El Tiempo, el Relativo, el Ilusorio. A veces un mar de días, un océano de horas, un abismo de minutos. Otras, una pizca de meses o una brizna de años. ¿Donde está el tiempo si no en las esperas o en los oportunísimos trenes que miramos alguna vez pasar desde un andén de desidia o cobardía? Los recuerdos no son más que momentos imaginarios que residen simultáneos en nuestra memoria; y que ordenamos, a nuestro antojo, en arbitraria sucesión lineal. Los proyectos no son otra cosa que un fluir de deseos que disfrazamos de certeras instancias futuras.
Entonces sin tiempo, sin pasado, sin futuro, sólo hay un momento posible: este mismo. No existen las crónicas porque estas suponen el orden temporal de los hechos. Por lo tanto, siempre que contamos historias de nuestra vida, estamos haciendo, bien o mal, un poco de ficción y un mucho de literatura...
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